En la vida es importante contar con familiares y amigos afectivos, que transmitan el cariño y el amor con caricias, palabras, besos y todo tipo de expresiones enriquecedoras y grandiosas.
Hubo una vez en la región de los andes, una pulga especial que fue la adoración de los vecinos. Era una pulga alegre, traviesa y cantante. Brincaba de lomo en lomo entre los perros del vecindario y en vez de una picadura les brindaba caricias y masajes relajantes en las distintas partes de la espalda y la cabeza, cargaba su guitarra y entonaba en las noches canciones hermosas que alegraban el oído de su amo en tránsito.
Un día, al trepar al lomo de un nuevo perro del vecindario, se encontró con once pulgas más, sucias, despeinadas y conflictivas, que solo pensaban en picar duro a su pobre amo. Brincaban de la espalda a la cabeza, de la cabeza a los pies y de los pies a la cola, buscando molestar al perro, que desesperado terminaba dando vueltas persiguiendo con su boca a su propia cola y revolcándose en el piso.
Estas pulgas eran tan hábiles en el arte de molestar que nada de lo que hacía el perro lograba acabar con sus intenciones.
Pulga Mona no podía creer lo que veía, pues era muy injusto que estos seres de comportamiento extraño buscaran molestar al perro todo el tiempo y empezó a pensar en una estrategia para ayudar al animal...
José Horacio Correa
Jaramillo.
El Señor Oso
El Señor Oso