Cuentos

 



La abeja Julia




Como es de agradable tener la confianza puesta en nuestros compañeros y compañeras, que, aunque siendo diferentes como personas y teniendo formación familiar distinta hemos logrado hacer grandes amigos con el trabajo participativo y la compañía permanente en las diferentes actividades de cada día.

Había una vez una abeja obrera, melífera, llamada “Julia”, que vivía en una colmena hermosa y grande, ubicada en los jardines de Francachela, ciudad pequeña del país de Asolea. Estos jardines estaban rodeados  de fincas sembradas de: margaritas, aguacates, rosales, fresas y otra serie de cultivos de cítricos frutales.

La abeja Julia tenía un grupo de compañeras obreras, que protegían a la abeja reina Mary, quien tenía una gran capacidad reproductiva para los 6 años promedio de vida que duraban las reinas en sus colmenares,  con hasta 80.000 individuos de abejas especialmente obreras en su mayoría.

Los zánganos que son las abejas machos que fecundaban a la reina y eran mucho menos en número que las obreras, tenían normalmente una vida corta de 3 meses, apareciendo normalmente en primavera y  desapareciendo al entrar el otoño. Fecundaban a la abeja reina, según su poder de copularla en los 3 a 5 vuelos nupciales que esta hacía.

En esta gran colmena donde vivía Julia, se había formado un gran grupo de amigas obreras que polinizaban más del 75% de los cultivos alimentarios de la ciudad de Francachela y sus alrededores. Entre estas se  destacaban Sensata y Leonor dos ágiles abejas que recogían de las margaritas y otras flores de diferentes plantas, el polen que está en el estambre de una flor para trasladarlo al estigma de otra que las hará  germinar y fecundar, dando origen a nuevas semillas y frutos en los diferentes cultivos.

Estas abejas melíferas que extraían el néctar de las margaritas y las variadas flores de los cultivos para producir la miel dentro de su colmena, en su ingreso a la propia flor se impregnaban sus patas de polen y así al volar de una flor a otras flores trasladaban el polen, efectuando la polinización.

Las abejas melíferas hacen parte de las solo 7 especies que, entre 25.000 totales pueden producir miel y cada una alcanza a visitar en un día hasta 7.000 flores, pues para producir un kilo de miel necesitan hasta  cuatro millones de visitas a diferentes flores. Todas las otras especies son buenas polinizadoras y aumentan la productividad de los cultivos hasta en un 24% de su capacidad y recolectan el néctar de las flores para  alimentarse, alimentar a las abejas zángano y a cada reina de cada colmena.

La abeja reina Mary y las abejas zánganos de los jardines de Francachela, tienen depositada su confianza en Julia y todas sus compañeras obreras para la consecución del alimento de la colmena. Esta confianza se  ha fomentado con la alegría y el trabajo en equipo que les hace crecer en armonía y tener el respeto de unas a otras, con muchas cualidades y algunas limitaciones.

Un día se desordenaron sus amigas Sensata y Leonor junto con un grupo de 5.000 abejas, distrayéndose de sus oficios de extracción del néctar de las flores para llevar el alimento a la colmena. Estaban  descuidadas con sus funciones cotidianas de colaboración en la colmena. Se ganaron algunas enemistades por parte del grupo de obreras y pasaron 4 meses sin contribuir a su grupo.

Julia muy preocupada por sus amigas y las 5.000 abejas que les seguían en el desorden sin razón clara, les pasó una invitación con reflexiones sobre la responsabilidad en la consecución del alimento que había  disminuido en una proporción importante para la colmena donde habitaban y las animó generando gran confianza en ellas mismas, para que pudieran realizar sus sueños y recrearse nuevamente con las flores y  plantas de aquella pequeña ciudad; logró convencerlas, y al día siguiente retornaron con puntualidad a sus tareas normales de recolección del néctar de las flores y a efectuar el proceso de polinización sobre  todos los cultivos, en las fincas de la ciudad de Francachela.



José Horacio Correa Jaramillo.
El Señor Oso

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